¿Un mal año en la agricultura? Para eso también está el seguro

Los que vivimos rodeados de cemento y acero no somos conscientes, pero este de 2022 no está siendo un año bueno para el campo.

Antes, lo que pasaba cuando el año era malo en el campo, era que los agricultores se apretaban el cinturón y, a la larga, la historia se notaba también en los mercados de las ciudades a través de los precios. Pero eso, claro, era antes de que existiese el seguro.

Dicen los que saben de esto que el año 2021 se puede describir con el concepto: año muy complicado para el campo. El clima no se ha portado en el 2021 de la mejor forma posible, y eso el campo lo ha notado. El año 2021 presenta un balance de sucesos bastante importante:

  • La borrasca Filomena, que provocó daños en producciones de hortalizas, cítricos, viñedo, olivar o plátano, así como el aislamiento del ganado.
  • Las heladas del mes de marzo y abril, con especial repercusión en frutales, almendro y, de nuevo, viñedo.
  • Durante la primavera y el verano hubo tormentas de lluvia, viento y, especialmente, pedrisco que provocaron daños elevados en ajo, tomate, frutales, cítricos, viñedo o herbáceos, entre otros cultivos. Además, una DANA arrasó la península a finales de agosto y principios de septiembre, con amplia repercusión en el viñedo de Castilla-La Mancha.
  • Un vendaval acompañado de un golpe de calor a mediados de agosto en Canarias, con gran impacto en plataneras, sobre todo en la isla de La Palma.
  • La borrasca Barra, durante los primeros días de diciembre, que generó una crecida extraordinaria de las aguas de la cuenca del Ebro y varios ríos, con daños, principalmente, en cultivos hortícolas en comarcas ribereñas de Navarra y La Rioja.

La contratación de seguros agrarios combinados totalizó en el 2021 799,7 millones de euros, con un valor de producción asegurada que en 2021 ha vuelto a alcanzar una cifra récord en la historia del seguro agrario, con 15.590 millones de euros.

Por su parte, la siniestralidad del año 2021 se situó en 757,6 millones, lo cual es la segunda cifra más alta de siniestralidad en los 42 años de historia del seguro agrario, tan solo superada por la alcanzada en 2012.

Este nivel de pagos es posible, obviamente, porque previamente hay aseguramiento. España tiene un plan de aseguramiento agrario que es fruto de la colaboración público-privada y cuyo funcionamiento y nivel de extensión provoca la curiosidad e incluso la envidia en países más desarrollados que el nuestro.