Cómo ahorrar en cada etapa de la vida

En este artículo no vamos a ver los aspectos relacionados con las actividades de consumo responsable y contenido que nos ayudan a ahorra, nos vamos a referir a como ir generando una cantidad de dinero que nos permitirá disponer de liquidez en caso de necesidad y sobre todo, de un complemento imprescindible para la época en que pasemos a estar fuera del mercado laboral y con ingresos reducidos al estar jubilados.

Empecemos por el principio y hablemos del tramo de edad anterior a los 30 años, época en la que la mayoría de los jóvenes actuales comienzan a trabajar de forma más o menos estable o con los consabidos altibajos en la estabilidad laboral. Y eso obviando la pandemia en la que estamos que es una crisis que pasará y por lo tanto volveremos a la actividad normal. Durante esa década, en la que la jubilación aún está lejos, podemos pensar en dedicar un porcentaje de nuestros ingresos no inferior al 5% y si es posible algo superior; el instrumento de ahorro a utilizar no es el objeto de este artículo y cada uno podrá elegir entre muchas opciones de las aseguradoras, los bancos o la bolsa. Por si te sirve de ayuda te dejamos el enlace a un test de cultura financiera que publicamos hace tiempo.

Alcanzados los 30 años, y hasta los 50, entramos en una etapa en la que lo más probable es que tengamos una familia, con sus correspondientes obligaciones, incluso una hipoteca para la compra de la vivienda habitual, por lo que a lo ahorrado hasta ese momento, deberemos añadir la expectativa de la jubilación que aun cuando esté lejana todavía, tenemos un tiempo muy valioso para constituir nuestro apoyo financiero. Para ello deberemos considerar que al menos el 10% de los ingresos familiares deberían tener ese destino. Especialmente interesante será considerar la contratación de un plan de pensiones para ese ahorro adicional.

Y llegados a los 50 años probablemente los hijos serán independientes y parte de ls compromisos económicos que generan se habrán liberado, por lo que es el momento de incrementar el ahorro en el plan de pensiones, y posiblemente hacer aportaciones no periódicas que ayuden a mejorar la situación futura.

La conclusión es que, además de constituir una práctica necesaria y rentable, la cultura del ahorro en la familia debe ser una práctica que se traslade de padres a hijos para que la independencia financiera sea la mejor posible, en el momento y también después en el futuro.