Compras seguras para la vuelta al cole

La vuelta al cole ya está aquí y es el momento de comprar (o renovar) todo lo que los chavales necesitan para enfrentarse al nuevo curso. Además de comprar los libros, los estuches, las mochilas y los uniformes, cada vez surgen nuevas necesidades y hay que meter en la lista más artículos, algunos de ellos con un coste considerable, como pueden ser las tablets, libros electrónicos, ordenadores para los más mayores, gafas o aparatos dentales… Se trata de un desembolso de dinero nada despreciable por lo que quizá merezca la pena asegurar estos productos, sobre todo sabiendo en manos de quienes van a estar.

¿Está asegurado lo que compras? La verdad es que sí. La legislación española establece un periodo de garantía de dos años (ampliable en algunos casos por decisión del fabricante o el vendedor). Con ello pone a tu disposición, como comprador, un mecanismo básico de protección para que, por ejemplo, te reparen un bien electrónico que ha dejado de funcionar por defecto de fabricación. Pero la protección de los bienes que adquieres puede ir mucho más allá de esta garantía básica y esto merece especialmente la pena en el caso de las compras muy caras, muy necesarias para ti o ambas cosas a la vez.

Obviamente, si te compras tres cajas de lápices Alpino no tiene sentido que las asegures ni probablemente encuentres a nadie que te las quiera asegurar. El aseguramiento está dirigido a objetos de un determinado valor mínimo y que están sometidos a riesgos importantes.

¿Qué asegurar? Los objetos caros y que fácilmente pueden ser dañados, perdidos o robados.

Piensa, por ejemplo, en una tableta electrónica, que los niños cada vez usan más. No es algo especialmente barato, y no deja de ser un objeto que con rebotar un par de veces contra el suelo puede quedar hecho trizas. Además, muchas veces no puedes permitirte perderla, romperla o que te la roben, porque tu hijo la necesitará para hacer sus deberes. Pues bien, esta son tres casuísticas que cubre el seguro y te ahorran un desembolso inesperado. Las compañías, además, diversifican cada vez más sus productos para cubrir todo tipo de situaciones: averías internas, caídas, obstrucción de puertos de conexión, avería por conexión de dispositivo externo, daños por agua u otros líquidos, equipo de sustitución durante la reparación, etc.

Como ejemplo de objetos caros y que fácilmente se pueden ver dañados, perdidos o robados, también están las gafas u otros pequeños aparatos electrónicos. Verás que la idea de asegurar un producto así no tiene nada de absurda. Lejos de ello, es muy lógica cuando son menores quienes están al cargo de estos objetos. Además, se trata de equipos que utilizan a diario y esto implica dos cuestiones básicas a la hora de asegurar. Por un lado, a mayor uso, mayor probabilidad de percance; por otro lado, es imprescindible reponer o sustituir rápido el dispositivo ya que es necesario para el día a día del alumnado.

Protecciones más allá del propio producto

Ser precavido vale por dos… o por muchos euros. Por eso a veces es importante pararnos a pensar en las consecuencias que puede tener un percance en un aparato electrónico más allá de los desperfectos del propio objeto. Si el ordenador de mesa o incluso el piano eléctrico de la niña cortocircuita y se estropea, el seguro o la garantía del fabricante lo repararán, pero ¿qué ocurre con las consecuencias de los desperfectos que haya generado el chispazo en tu casa o en la comunidad? De esto también se ocupa el seguro, habitualmente el de hogar.