El asegurador, por ejemplo, tiene que preguntarse qué pérdidas le generaría un cambio brusco de los valores financieros e inmobiliarios en los que tiene invertido tu dinero mientras no lo usa para pagarte. Como tiene que calcular las pérdidas que le causaría que alguno de los emisores de los activos (como bonos) que ha comprado no le pagase lo acordado. Por supuesto, puesto que, en el momento de fijarte el precio del seguro, lo que está haciendo el asegurador es calcular cuánto le van a costar tus percances, el asegurador tiene que plantearse qué pérdidas le causaría que el cálculo del seguro estuviese mal hecho y luego la prima no dé para pagar, o se presenten eventos inesperados como catástrofes.
El asegurador, en suma, tiene que plantearse qué pérdidas le provocarían toda esta serie de eventos adversos. Con cifras oficiales, la respuesta de esta pregunta para el seguro español es que este conjunto de riesgos podría provocar pérdidas inesperadas por valor de unos 24.000 millones de euros. Esta cifra debe ponerse en comunicación con la de los fondos propios con que cuenta el asegurador para hacer frente a dichas pérdidas. ¿Cuánto es dicha cifra? Pues 54.300 millones de euros.
La consecuencia es obvia: el seguro español cuenta con fondos suficientes para enfrentar las pérdidas inesperadas que pueda sufrir; y aun le sobraría otro tanto como lo que puso.
Todo eso, aunque no lo veas, está detrás de cada contrato de seguro. Nadie puede venderte un seguro en España, en Europa en realidad, sin haber hecho estos cálculos y haberlos puestos en conocimiento de la autoridad pública de supervisión. Es tu garantía, y por eso las entidades vienen obligadas a publicar un informe describiendo puntillosamente su situación de solvencia. Si algún día te interesa encontrar el de su asegurador, pásate por aquí.